

Dra. Ana Frank: “El pronóstico del Alzheimer ha mejorado si lo comparamos al de hace tres o cuatro décadas”


Entrevista realizada por HBakkali
«Se está investigando mucho sobre el aspecto de la dieta, con vistas a determinar qué se puede recomendar para la prevención de la enfermedad de Alzheimer»
«La figura del cuidador es crucial para que la calidad de vida del paciente sea óptima durante todo el curso de la evolución»
«La causa o causas últimas que provocan la degeneración del cerebro y que conducen a la demencia no se conocen»
«Hay factores concomitantes individuales como, por ejemplo, padecer otras enfermedades, que pueden modificar la respuesta a los tratamientos»
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El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa propia de edades avanzadas. Por lo general, suele detectarse a partir de la 7ª década de la vida y resulta poco frecuente que sus síntomas empiecen antes de los 65-70 años. Según señalan los especialistas, el inicio por debajo de esta edad puede tener un origen hereditario.
Con motivo del Día Mundial del Alzheimer (21 de septiembre de 2013), la doctora Ana Frank, Jefa de Sección de Neurología y Coordinadora de la Unidad de Trastornos Cognitivos y del Comportamiento del Servicio de Neurología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, nos responde a cuáles son los aspectos más importantes en material de investigación y control del Alzheimer actualmente, qué relación existe entre esta enfermedad y el cáncer o cómo puede influir la alimentación en su prevención.
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¿De qué manera suele manifestarse la Enfermedad de Alzheimer?
Los primeros síntomas suelen ser de inicio muy larvado y pueden consistir en pérdida de memoria para los acontecimientos recientes; por ejemplo: olvidarse de los temas tratados en una conversación; no recordar qué se comió el día anterior; no encontrar el coche en el aparcamiento…, Adicionalmente, puede haber cierta desorientación espacial y temporal. No obstante, estos síntomas son relativamente inespecíficos porque una persona que esté distraída, ansiosa o depresiva puede presentarlos sin que ello signifique un inicio de deterioro cognitivo.
Tal vez la clave esté en dos aspectos: que los “fallos” dejen de ser esporádicos y se conviertan en habituales y, que un allegado de esa persona constate que ha habido un cambio en el aspecto concreto en el que falla, respecto a lo que era capaz meses o años atrás.
¿Cómo afecta el Alzheimer al cerebro?
El cerebro sufre progresivamente un proceso de atrofia mayor al que le correspondería simplemente por el envejecimiento. Esto es debido a que se produce un exceso de pérdida de neuronas y de sus conexiones. En este proceso degenerativo se alteran ciertas vías de neurotransmisión, cuyo resultado es la aparición de los síntomas.
¿Cuáles son los métodos diagnósticos del Alzheimer?
El principal método es la evaluación clínica por un médico especializado en este campo del conocimiento. Los especialistas que suelen ser expertos en el diagnóstico son los neurólogos, aunque también los geriatras y psiquiatras tienen un papel importante. La evaluación clínica incluye un estudio riguroso de las funciones mentales, cognitivas, afectivas y del comportamiento del paciente y es habitual contar con la colaboración de un experto en neuropsicología clínica. Además, hay exploraciones complementarias que ayudan al médico especialista a perfilar el diagnóstico. Estas exploraciones son variadas e incluyen, entre otras, los análisis de laboratorio en muestras de sangre y líquido cefalorraquídeo, los estudios genéticos, las pruebas de imagen cerebral, exploraciones electrofisiológicas, etc.
¿Qué factores se asocian al desarrollo de esta enfermedad?
La causa o causas últimas que provocan la degeneración del cerebro y que conducen a la demencia no se conocen. Posiblemente, existen múltiples factores que contribuyen a ello; algunos de ellos pueden ser la predisposición genética y la vejez y sobre éstos hay poco que hacer. Sin embargo, hay muchos otros que seguramente contribuyen de forma muy notable y que se pueden prevenir, tales como los factores de riesgo vascular (hipertensión arterial, aumento del colesterol, diabetes, obesidad), hábitos tóxicos: (alcoholismo, drogadicciones, tabaquismo), vida sedentaria, aislamiento social y cultural, etc.
¿El desarrollo de la enfermedad es igual en mujeres y en hombres?
Sí; no se observa ninguna diferencia significativa en la expresión clínica entre los pacientes de ambos sexos.
El tratamiento del Alzheimer, ¿en qué consiste?
En principio, hay que considerar dos tipos de tratamiento: el tratamiento no farmacológico y el farmacológico. El primero de ellos, el tratamiento no farmacológico, comprende todo tipo de terapias encaminadas a mantener a la persona activa dentro de su entorno, a ayudarla a crear pautas de actuación frente a diversas circunstancias, técnicas encaminadas a potenciar aquellas funciones cognitivas que permanecen indemnes en cada estadio de la evolución de la enfermedad. Terapias que le permitan disfrutar de estímulos sensoriales, que le resulten motivadoras y divertidas. Dentro de éstas tendríamos la estimulación cognitiva y de la memoria, las técnicas de orientación a la realidad, la terapia ocupacional, la musicoterapia, cinesiterapia, entre muchas otras. Por su parte, los tratamientos farmacológicos presentan dos vertientes, el uso de fármacos indicados para controlar los distintos síntomas que pueden ir apareciendo como, por ejemplo, antidepresivos, ansiolíticos, neurolépticos y, en segundo término, los fármacos que están comercializados específicamente para la enfermedad de Alzheimer, como son los anticolinesterásicos (donepezilo, rivastigmina y galantamina) y los antagonistas de receptores NMDA de glutamato (memantina). Una tercera línea de abordaje terapéutico la constituye la vía de la investigación a través de la participación en los ensayos clínicos con fármacos en desarrollo, aún no comercializados.
Por último, también forma una parte importantísima del tratamiento la utilización adecuada de fármacos para mantener controlados los factores de riesgo vascular, así como la modificación de aquellos hábitos perjudiciales para la salud. En este aspecto es crucial el papel que desempeña el médico de familia.
¿En que fases se suelen comenzar los tratamientos?
Habitualmente, se inician una vez que la enfermedad es diagnosticada, lo cual implica que ya existen probablemente daños cerebrales irreversibles y los fármacos ya no tienen la posibilidad de curación en estas fases. En los últimos años se están desarrollando un gran número de estudios de investigación con una doble finalidad: poder llegar a diagnosticar la enfermedad en etapas presintomáticas en las que se presume que el desarrollo de los daños cerebrales aún podría ser detenido y, paralelamente, obtener fármacos que demuestren capacidad para detener dicho proceso degenerativo.
¿Cuál suele ser la respuesta al tratamiento? ¿De qué factores va a depender?
Cuando la enfermedad ya es evidente y se administra el tratamiento suele observarse una cierta mejoría transitoria de los síntomas que suele durar entre uno y dos años. Posteriormente, la evolución sigue un curso progresivo, aunque el deterioro cognitivo ocurre más lentamente que si no se administran fármacos. Hay factores concomitantes individuales como, por ejemplo, padecer otras enfermedades, que pueden modificar la respuesta a los tratamientos.
¿Qué relación existe cáncer y Alzheimer?
Aparentemente no parece que haya una relación directa, al menos en lo que hasta ahora se conoce; sin embargo pueden existir factores comunes que aumentan la predisposición de ambos procesos como es la edad avanzada o la predisposición familiar y, por otra parte, se postula que el sistema inmunológico de la persona puede desempeñar un papel importante en las dos situaciones.
El colesterol, ¿qué papel juega en el desarrollo de la enfermedad?
La hipercolesterolemia se considera un factor de riesgo vascular, por lo que es importante mantener las cifras de colesterol dentro del rango de la normalidad. De lo contrario, podría ser un factor contribuyente al daño cerebral y, por tanto, al desarrollo de la demencia.
¿Puede influir la alimentación en la prevención o retraso en el desarrollo de la enfermedad (beneficios de la dieta mediterránea, alimentos ricos en polifenoles....)?
Se está investigando mucho sobre el aspecto de la dieta, con vistas a determinar qué se puede recomendar para la prevención de la enfermedad de Alzheimer. Parece que, en efecto, la dieta mediterránea es muy adecuada porque, además de contribuir a la salud cerebro y cardio-vascular, también podría actuar directamente sobre ciertos factores de crecimiento neuronales y ejercer un efecto de protección contra fenómenos perjudiciales para el metabolismo de las neuronas (oxidación, inflamación, etc.). Asimismo, también hay estudios que pretenden demostrar cómo la práctica habitual de ejercicio aeróbico de intensidad moderada promueve beneficios para la correcta actividad cerebral.
Pronóstico del Alzheimer, ¿ha mejorado en los últimos años?
El pronóstico del Alzheimer ha mejorado si lo comparamos al de hace tres o cuatro décadas. Pero, a pesar de los avances en el tratamiento, sigue siendo más bien desfavorable y hay que contar con la posibilidad de que la persona vaya perdiendo su autonomía y su independencia para afrontar las actividades cotidianas. Así pues, la figura del cuidador es crucial para que la calidad de vida del paciente sea óptima durante todo el curso de la evolución.
En materia de investigación, ¿en qué momento estamos? ¿cuáles son los retos a medio plazo?
Hay dos retos importantes y paralelos y cuyos frutos necesariamente han de confluir en el futuro: el diagnóstico presintomático y el tratamiento farmacológico capaz de detener la progresión de la degeneración cerebral.
La investigación ha de ser traslacional. Esto es, se parte de la investigación que llevan a cabo a los investigadores básicos que trabajan con cultivos celulares y con animales de laboratorio para que sus resultados puedan ser trasladados a los investigadores clínicos que ofrecen a sus pacientes la participación en los proyectos. Y debemos ser conscientes de la importancia que todos los ciudadanos tenemos a la hora de contribuir a ella, cada cual desde su propia situación: los pacientes, participando en ensayos clínicos y proyectos de investigación observacionales que le ofrecen sus médicos; los familiares, ofreciendo su colaboración como participantes “controles” en dichos estudios, los investigadores, diseñando protocolos rigurosos –ya sean en el ámbito del conocimiento básico o en el clínico-, los gobernantes, garantizando soporte económico, infraestructuras y recursos materiales y humanos. Cada cual en su nivel puede ser el protagonista de un aspecto concreto en la investigación de esta enfermedad.
Para concluir, en lo que se refiere a la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer, a mi me gustaría que en nuestra sociedad se llegase a proclamar el siguiente lema: “La investigación es de todos, porque la clave está en nuestro cerebro”.
Dra. Ana Frank, Jefa de Sección de Neurología y Coordinadora de la Unidad de Trastornos Cognitivos y del Comportamiento del Servicio de Neurología del Hospital Universitario La Paz de Madrid

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