

Vinculación, nuevo paradigma de la ciencia y tecnología en México


Héctor de la Peña . Agencia ID-OEI-AECID. Con la finalidad de coordinar los esfuerzos científicos y tecnológicos que se realizaban en México, en 1970 fue creado el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se trató de un referente que dio paso al proceso de crecimiento y consolidación de la investigación científica mexicana, y que llevó a posicionar al país a como uno de los más avanzados en América Latina, sobre todo en áreas como medicina y ciencia básica.
Héctor de la Peña . Agencia ID-OEI-AECID.
Pero a lo largo de las cuatro décadas de vida del Conacyt el contexto económico mundial ha cambiado. Ahora se exige cada vez más de la participación de la ciencia y tecnología en la generación de riqueza para las naciones, y términos como innovación y competitividad se han acuñado y convertido en sinónimos de capacidad de nuevo conocimiento.
Así, la comunidad científica mexicana se enfrenta a uno de sus mayores retos al buscar su pertinencia en economías sin fronteras y de alta competencia; muchas de sus líneas de investigación alejadas de los problemas comunes y su ritmo de trabajo para largo plazo se ven sacudidas por la exigencia de repercutir en el día a día de los más de 112 millones habitantes con los que cuenta el país latinoamericano.
Son muchos los esfuerzos que se han realizado para mejorar el impacto de la ciencia y tecnología en la productividad mexicana, pero sin duda uno de los más relevantes fue la modificación hecha en 2009 a la Ley de Ciencia y Tecnología, donde se da mayor relevancia al tema de la innovación y, en consecuencia, al esfuerzo por vincular al sector académico-científico con el productivo.
Sobre ese tema, el ingeniero Gustavo Villar Villar, subdirector de Negocios de Innovación de Conacyt, comentó que si bien la vinculación entre academia y empresa no se da por decreto, el marco jurídico-legal que ha logrado México sirve para que el acercamiento entre ambos sectores se dé en mejores condiciones.
De esa Ley surge la figura de las Unidades de Vinculación y Transferencia de Conocimiento, que son creadas por las universidades, instituciones de educación superior o centros públicos de investigación para generar y ejecutar proyectos en materia de desarrollo tecnológico e innovación y promover su vinculación con los sectores productivos y de servicios.
“La Ley de Ciencia y Tecnología marca que es necesario fomentar la transferencia de conocimiento a la sociedad, y uno de los mecanismos que plantea es la creación de las Unidades de Vinculación y Transferencia de Conocimiento, que son equivalentes a las Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación españolas, y que buscan ser empresas privadas autosostenibles”, comentó el doctor Humberto Villarreal Colmenares, responsable de una de las seis unidades de Vinculación y Transferencia de Conocimiento con las que cuentan los Centros Públicos de Investigación Conacyt.
En el caso de la Unidad de Vinculación y Transferencia de Conocimiento del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor), donde participa Villarreal Colmenares, se concentra en promover productos y empresas relacionadas con los recursos naturales, como es característica de la investigación que se realiza en la región donde se ubica (Península de Baja California). Así, la oferta tecnológica está orientada, pero el modelo es flexible para que las instituciones de educación superior de la zona también puedan aprovecharla.
Dos particularidades de las unidades de transferencia que se manejan en México son que su modelo está basado en diferentes experiencias, como las de universidades de Málaga, en España, Cambridge y Oxford (dos modelos), en Inglaterra, o de Texas, en Estados Unidos. La otra particularidad que se distingue de sus pares internacionales es que deben funcionar con recursos autogenerados; es decir, no serán apoyadas por recursos gubernamentales.
“El único apoyo gubernamental que recibimos fue para hacer un estudio previo sobre los modelos de vinculación que se emplean en otras latitudes, pero desde un principio las unidades de vinculación se plantean como empresas privadas. Esa puede ser un limitante para el desarrollo inicial; se entiende que los recursos del Estado son limitados, pero este proceso requiere de un impulso mayor por parte del Estado”, indicó Villarreal Colmenares.
Para el investigador del Cibnor, estas unidades son parte de un proceso de cambio de paradigma de la ciencia y tecnología que tiene como punta de lanza la reforma de 2009 a la Ley en la materia, que marca la necesidad de cambiar los modelos tradicionales de desarrollo, a fin de que el quehacer científico y la producción trabajen de manera conectada.
Otra estrategia para promover la vinculación es el caso de los Programas de Innovación establecidos desde 2009, y que en el presente año favorecen con alrededor de 2 mil 500 millones de pesos (más de 192 millones de dólares estadunidenses) los proyectos vinculados entre empresa y academia.
De acuerdo con Villar Villar, los investigadores solían pensar que se corrompe la ciencia al buscar la vinculación, sin embargo, el conocimiento ayuda a mejorar el entorno y lo que se espera es que tengan productos que pueda utilizar la población. De modo que un científico puede ver que su esfuerzo de investigación se convierte en algo real y tangible.
“Cuando se integre la cultura de emprendimiento, los investigadores van a poder desarrollar ciencia con base en las oportunidades que estén viendo y podrán comercializar su conocimiento, recibir regalías y se van a generar empresas de base tecnológica con empleos de valor agregado”, puntualizó.
Pero la crítica del funcionario del Conacyt también atañe a aquellas personas que solían ostentarse como vinculadores en las instituciones de educación o centros de investigación, pues hasta hace algunos años sólo se centraban en firmar convenios con las empresas para ofrecer servicios y no por explotación de tecnología. Es aquí donde cobra importancia el tema de la transferencia; un punto en que se trabaja desde diferentes frentes en el país.
Al respecto, Villarreal Colmenares comentó que ahora son cada vez más casos en que profesionales de la vinculación ocupan espacios para esta actividad. “Ahora hay gente con visión más clara, con perfiles específicos sobre lo que se requiere para transformar las ideas científicas en productos comerciales, por lo que se espera que el tema de la vinculación sea, de verdad, una palanca de desarrollo para el país”, finalizó.

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